La crisis económica iniciada a comienzos del segundo trimestre del 2018 con el ex presidente Mauricio Macri, las internas y la mala praxis resolutiva del Gobierno del Frente de Todos y las externalidades dejaron a la Argentina casi al borde del estallido.
Es por eso que pocas cosas unen tanto a Sergio Massa (Unión por la Patria) y Javier Milei (La Libertad Avanza) como la necesidad de estabilizar los índices macroeconómicos con el objetivo central de incrementar las arcas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), acción que garantiza, como marca la historia económica y política, ciclos de estabilidad.
En este contexto, y tras perder casi USD 19.000 millones en exportaciones agropecuarias, la política puso los ojos en el sector energético, principalmente en el yacimiento Vaca Muerta, el segundo recurso de gas no convencional más grande del mundo y el cuarto de petróleo no convencional.
La prueba de esto fue la construcción en tiempo récord del Gasoducto Néstor Kirchner (GNK). La obra se construyó en menos de un año, cuando las proyecciones originales estaban estipuladas a, como mínimo, dos. La “desgracia” de la sequía llevó al Ministerio de Economía, conducido por Massa desde agosto del 2022, a que las obras no se paralizaran en ningún momento.
A su vez, cada Ejecutivo provincial se alineó detrás del impulso del GNK lo que permitió esa fluidez. Lo mismo sucedió con las importaciones que las empresas involucradas en la obra pudieran desarrollar su trabajo sin inconvenientes.
Hasta el quiebre en los aportes a las arcas del BCRA inyectado por el sector agropecuario, el oficialismo casi que no había posado su vista en Vaca Muerta, aun cuando la invasión de Rusia a Ucrania disparara los precios internacionales del GNL a US$60 el millón de BTU. Por esas semanas, la Argentina, que importaba gas a US$3, pasó a hacerlo a US$30.
En paralelo a la falta de dólares en el BCRA, la Argentina todavía mantiene un ajustado cronograma de pagos con el FMI en 2024. Se trata de US$7.500 millones distribuidos de esta manera: US$1922 millones en enero; US$810 millones en febrero; US$1922 millones en abril; US$743 millones en mayo; US$641 millones en julio; US$727 millones en agosto; US$716 millones en noviembre.
Este cúmulo de factores hace que el próximo presidente extreme el cuidado de cada dólar que le ingrese al Central y que tenga la obligación de maximizar la explotación de los recursos para la obtención de un flujo de dólares frescos más allá de los que garantiza el campo.
En diálogo con CATER, el consultor Nicolás Gadano sostuvo que Vaca Muerta tiene una capacidad de producción de bienes exportables que está “muy bien en los mercados internacionales y, desde el punto de vista de los recursos, toda una industria como para aumentar rápidamente la producción”.
“Da divisas, recursos fiscales a las provincias, fundamentalmente a Neuquén y, en alguna medida, a la Nación porque hay un derecho de exportación del 8% que va todo al Tesoro Nacional. Hay pocos sectores que puedan ofrecer esa capacidad de respuesta rápida.”, agregó Gadano.
En ese sentido, argumentó: “Lo fundamental es darle a Vaca Muerta, así como a toda la economía argentina, una macro más o menos razonable. Un mercado cambiario en donde uno pueda, previsiblemente, importar, pagar utilidades, financiarse externamente y pagar esos préstamos”.
“Es decir, cosas que si no están, que es lo que ha pasado en este último tiempo, con el cepo estricto de este caos de acceso a las divisas, es una industria que queda muy limitada a la inversión y reinversión de las utilidades locales. Pero así es muy difícil que pegue el salto sin inversión extranjera“, reflexionó.
Para Juan José Carbajales, de Paspartú, “Vaca Muerta es una realidad y una potencialidad” y continuó: “Hoy representa en términos generales la mitad de los hidrocarburos del país y podría duplicar su producción tanto de crudo como de gas en 2028/30”.
“Con volúmenes excedentes de su demanda interna y un perfil de exportador neto, se estima que ya en 2024 aporte un superávit comercial sectorial de unos US$6.000/8.000 millones. No solucionará la macroeconomía por sí solo, pero será un gran aliciente a la estabilización“, advirtió Carbajales.
Otra de las cuestiones en las que hizo énfasis Gadano fueron los precios: “Hay otra cuestión que es sostener la brecha de precios tan fuerte entre el mercado interno y externo y, cuando hay algún episodio de desabastecimiento, que es obvio cuando haces eso, amenazás con que cortás las exportaciones… Y bueno, eso también va a frenar las inversiones o por lo menos a erosionarlas mucho”.
De cara al futuro, Carbajales aseguró que para explotar las potencialidades de Vaca Muerta, el Ejecutivo Nacional deberá tender “más redes de infraestructura en crudo y gas, la ley de GNL, acceso al MULC, autorizaciones de exportación plurinuales, reducir la brecha con el export parity en surtidor y gestionar las tensiones socioambientales”.
Mientras que Gadano aseguró que si el nuevo Gobierno quiere impulsar proyectos de exportación “debería ser consecuente con eso en los hechos y proteger, defender y darle previsibilidad a la industria de que si avanza en ese camino no va a tener intervenciones oportunistas cada vez que tengas algún problemita en el mercado interno o algo similar”.